miércoles, 23 de noviembre de 2016

El lugar



Tenemos la oportunidad de elegir nuestro lugar en el Mundo. Cada uno de nosotros y nosotras estableceremos diferentes criterios a la hora de elegir dónde vivir, como el clima, las comunicaciones, ciudad o medio rural, oportunidades laborales, etc. Pero quizás lo más importante de todo tenga que ver con el SIGNIFICADO personal que tenga ese lugar. Sus paisajes, su esencia, sus sonidos en la Naturaleza, sus paseos o los recuerdos. 

Yo elegí Olea, el pueblo de nacimiento de mi padre. Soy un apasionado de la Naturaleza y desde crío tenía claro que quería vivir en un pueblo, y Olea cumple con mis preferencias. Este pequeño pueblo -que si es conocido por algo es por su famoso pan- pertenece al municipio de Valdeolea, en el sur de Cantabria. Geogficamente, se sitúa en el Valle del río Camesa, que compartimos con los municipios palentinos de Brañosera y Aguilar de Campoo. Valdeolea perteneció en dos ocasiones, en el siglo XIX, a la provincia de Palencia, aunque finalmente se quedó en la entonces llamada provincia de Santander, actualmente Comunidad Autónoma de Cantabria, y es el único de sus municipios que vierte sus aguas al río Duero -el río Camesa desemboca en el río Pisuerga y éste en el río Duero-. Por lo tanto, somos Ribera del Duero, ahí es nada.

Estas tierras fueron habitadas de forma estable hace 5.000 años por grupos de agricultores y ganaderos. De esta época encontramos manifestaciones megalíticas como los menhires, ocho en concreto, que forman un ruta PR. Posteriormente llegó la invasión romana, ocupando el importante asentamiento prerromano de Monte Ornedo. Cerca de Mataporquera, la capital del municipo, se encuentran los restos de una villa romana con termas. Los datos de las últimas excavaciones apuntan a que la ciudad romana de Iuliobriga se encuentra aquí, y no en Retortillo como actualmente se acepta. De la baja Edad Media destaca la arquitectura religiosa del Románico. El sur de Cantabria, y el norte Palencia y Burgos, forman la mayor concentración de iglesias románicas de Europa.

Es un territorio de transición entre la alta montaña y la meseta,  y donde nace una de las comarcas más bonitas que se puedan conocer, la Montaña Palentina. Su clima es frío, con inviernos largos y veranos suaves....aquí dormimos con manta en Agosto jajaja. Sus cumbres alcanzan los 2.000 metros de altitud, desde donde se pueden divisar grandes bosques de robles, hayas, abedules y pinos, y contemplar verdes y floridas praderas. Este valle reúne unas condiciones ecológicas únicas para la fauna. Aquí conviven ciervos, corzos, jabalíes, lobos, tejones, liebres, zorros, truchas, perdices, buitres, alimoches, cernícalos, milanos, abubillas, etc, y el rey del bosque......el OSO PARDO. Aunque yo todavía no lo he conseguido, es habitual verle en primavera paseando por la sierra de Olea. 

Para finalizar esta entrada, os dejo unas imágenes captadas por Andrés Díez, la persona que mejor percibe los colores de este valle, fotografía al natural, sin photoshop. En la última de ellas podéis verle dándole el famoso beso a una cierva que rescató en la nieve junto a otros acompañantes en el invierno de 2005, uno de los más duros que recuerdo, estuvo tres meses sin parar de nevar.