lunes, 28 de marzo de 2016

Menos fracking y más fucking

El título de esta entrada es el sugerente mensaje de una pancarta que ví en una de las muchas manifestaciones celebradas en el norte de Burgos contra la fractura hidráulica o fracking; y cuánta razón tiene!!!, jajaja.

Una de las cosas que han ocupado mi tiempo durante los últimos años es la difusión de la técnica del fracking y sus consecuencias. Son ya casi cinco años desde que en el mes de junio de 2011, una noticia publicada en el periódico El Mundo por uno de sus corresponsales en los EEUU, daba la primera pista sobre esta técnica de extracción de hidrocarburos, y además mencionaba que había sido concedido un permiso de investigación a una empresa canadiense, BNK Petroleum, para aplicar esta técnica en el Valle de Cabuérniga (Cantabria), en el llamado permiso de investigación Arquetu, hoy ya cancelado. Un grupo de vecin@s de aquella comarca comenzó a investigar sobre esta técnica, descubriendo las terribles consecuencias que el fracking estaba provocando en los lugares donde se aplicaba; y por si fuera poco, Arquetu no era el único permiso concedido, sino que toda la cuenca vasco-cantábrica estaba sembrada de permisos de investigación para aplicar el fracking. Nace en ese momento la Asamblea contra la Fractura Hidráulica de Cantabria




Desde entonces, han sido muchas las visitas a los ayuntamientos, programas de radio, manifestaciones, mesas informativas, notas de prensa, buzoneos, y por supuesto charlas. Todavía recuerdo los nervios de la primera charla que di en Polientes. Nunca había hablado en público y me daba cierto reparo, pero era urgente superar los miedos y lanzarse. A día de hoy son más de 40 charlas las que he dado por diferentes lugares de Cantabria, Palencia, Burgos y León -ésta muy especial porque fue en la Facultad de Ciencias Medioambientales de la Universidad de León-, a las que han asistido desde 2 personas hasta 200. En muchas de ellas he compartido exposición con gentes de mi tierra y de otros lugares a quien he tenido la suerte de conocer gracias al maldito fracking; es mucho lo que he aprendido junto a ell@s y muchas las experiencias que hemos compartido. Y en muchos casos se han convertido en nuevas amistades que en el camino de la vida te vas encontrando.


Si la primera fue en Polientes, la última ha sido en Hoz de Arreba, un precioso pueblo del norte de Burgos, situado en un monumental paraje kárstico esculpido por el agua. Aprovechando que en estas fechas de Semana Santa los pueblos se llenan de gente, Juan, médico de Medina de Pomar con quien he compartido muchas charlas, y yo, nos acercamos a este puebluco a petición de sus vecinos, que además de tomarse unos días de descanso también querían informarse de la actualidad del fracking. Tras la caída del precio del petróleo, mucha gente piensa que el fracking ya no es una amenaza, pero no es así; los permisos siguen vigentes y una próxima subida del precio del petróleo puede volver a despertar el interés de estas empresas.


 

Para aquell@s que lean estas líneas y todavía no sepan lo que es el fracking, hago una breve introducción -para más información consultar la web de la Asamblea de Cantabria fracturahidraulicano.info, o la web de la Asamblea de Burgos fracturahidraulicaenburgosno.com-:

La fractura hidráulica o fracking es una técnica de extracción de hidrocarburos que junto con las nuevas tecnologías de perforación horizontal permite extraer petróleo y gas de formaciones rocosas, conocidas como yacimientos no convencionales, y con ello suplir el agotamiento de los yacimientos convencionales de hidrocarburos y la fuerte demanda de los países emergentes principalmente. La aplicación de esta técnica combinada para extraer hidrocarburos se comenzó a realizar en los Estados Unidos de América hace aproximadamente 15 años, cuya evolución ha supuesto el auge de la industria del petróleo y el gas, pero una pesadilla para las comunidades expuestas a la contaminación que ha generado. La pesadilla se compone de vertidos de residuos industriales, contaminación del agua potable, contaminación del aire, explosiones e incendios, ruidos, seísmos, paisajes devastados y graves enfermedades.


La industria del petróleo y el gas alega que los potenciales beneficios económicos del fracking justifican los riesgos y los costes para la salud pública, el medio ambiente y el tejido socioeconómico de las comarcas afectadas. Pero la industria ha sobreestimado enormemente el empleo que se crearía con el fracking, ignorando o negando los costes públicos de esta práctica. Los únicos que sacan beneficio del fracking son las empresas que aportan la tecnología y los materiales, que después de recoger beneficios dejan tras de sí una comunidad desolada. El escaso empleo que crea el fracking no durará demasiado. Estamos, por tanto, ante una nueva burbuja económica, pero con daños mucho mayores a los que dejó la burbuja inmobiliaria.

La conclusión está clara: DÓLARES PARA ELLOS Y DOLORES PARA NOSOTROS.


viernes, 11 de marzo de 2016

Leña al fuego

El pasado fin de semana tuve la oportunidad de asistir a un curso de construcción de estufas rocket, traducido al castellano estufas cohete; y es que el nombre le viene como anillo al dedo, porque cuando ves cómo sale la llama te viene a la cabeza la imagen de un cohete despegando hacia el cielo. Muy a grosso modo, es una estufa de obra que consta de dos cámaras de combustión construidas con ladrillos refractarios; en la primera se produce la combustión de la leña a muy alta temperatura y en la segunda (la vertical) la combustión de los gases, que antes de salir al exterior circulan por un circuito calentando una masa que lentamente desprende esa energía calorífica al interior del espacio. Una de las peculiaridades de estas estufas es el bidón que cubre la segunda cámara de combustión, que además de calentarse conduce el calor hacia la masa de inercia, conocida como banco caliente. No dio tiempo a rematarla pero sí a probarla, y el resultado fue sobresaliente.

 


La estufa rocket es un modelo que se incluye en el grupo de estufas de inercia térmica cuyo principio es aprovechar al máximo la energía del fuego acumulando el calor generado dentro de la masa que la compone. Hoy en día hay muchos diseños y estilos que firmaría el propio Gaudí, se puede incorporar un horno, o un sistema para calentar el agua, dándole más funcionalidad. El banco caliente es una pasada!!!


En los paises del norte de Europa como Alemania, Austria, Suecia, Finlandia o Rusia, donde los inviernos son largos y crudos, hace siglos que utilizan las estufas de inercia térmica para calentar las viviendas. El combustible que se usa es la leña, un material que bien gestionado es sostenible e inagotable, sin apenas ningún proceso de transformación y siendo además un producto local. En estos paises, la construcción de las viviendas se hace bajo el estandar Passivhaus, en castellano casa pasiva, y que básicamente consiste en aprovechar la energía del sol para calentar la casa durante el día abriendo en los muros, por ejemplo, grandes ventanales al sur, e incorporando a la construcción un muy buen aislamiento térmico a muros y cubierta, además de eliminar puentes térmicos e infiltraciones de aire frío. Y las casas de paja cumplen con el estandar Passivhaus sobradamente. De esta manera limitan el uso de la estufa a los días más fríos del invierno. 

¿Y qué diferencia hay entre una estufa de inercia térmica y una convencional? El rendimiento. En las estufas de inercia térmica, la temperatura pasa de 850 ºC en la cámara de combustión a 150 ºC al final del circuito, mientras que en las estufas convencionales la temperatura de combustión es mucho menor y la temperatura del humo que escapa por la chimenea es de 300 ºC. Esto se traduce en un menor consumo de leña y un mayor aprovechamiento de la energía liberada en la combustión utilizando una estufa de inercia térmica.

El rendimiento de las estufas se mide en porcentaje, es decir, que si una estufa nos da un rendimiento del 50% significa que de cada 100 kilos de leña que quemamos, sólo el calor de 50 kilos de leña queda dentro de la casa, el resto se pierde por la chimemea. Dentro de las estufas convencionales la más ineficiente es el hogar abierto (chimenea abierta o francesa). Dice John Seymour, el padre de la autosuficiencia, que estas chimeneas reconfortan el corazón, enfrían la espalda y calientan el cielo. Y no se equivoca, porque aunque sean muy románticas, su redimiento está en torno al 10-15 %, es decir, que si quemamos 100 kilos de leña, sólo el calor generado de 10 o 15 kilos queda dentro de la casa, el resto se va por la chimenea. Las estufas de hierro alcanzan rendimientos del 20 % (algunas alcanzan el 40 %), y las cocinas económicas el 30 %. 

Sin embargo, el rendimiento de las estufas de inercia térmica alcanzan porcentajes del 90-95 % gracias al ladrillo refractario con el que están construidas, que tiene gran capacidad de absorver calor y liberarlo lentamente, y a la alta temperatura de combustión y el largo recorrido de los gases dentro de la estufa antes de salir por la chimenea al exterior. Con dos cargas de leña al día es suficiente para calentar una vivienda.

Me encanta mirar el fuego de la estufa, me vienen recuerdos de infancia en casa de mis abuelos cuando encendían la trébede. Es relajante y purificador ver cómo se consumen los troncos y sube la llama. 

Leña al fuego sí, pero poca.